¿...?
¿Realmente estoy donde debería estar? ¿Éste es el lugar que se supone que debo ocupar en el mundo en este preciso momento? ¿Cuál es el propósito de estar aquí, así y ahora? ¿Hay alguno? Porque la verdad yo no puedo encontrarlo. Y si tengo razón… ¿qué hago aquí entonces? ¿Sólo estoy perdiendo el tiempo? ¿Debería seguir así, dejándome llevar por la corriente, o aventurarme a hacer algo, lo que sea, cualquier cosa? ¿Y si lo hago y me equivoco? ¿Y si no lo hago y también me equivoco? ¿Y si hay una oportunidad para mí, escondida, volando por el mundo y yo no la estoy aprovechando? ¿Y si la busco? ¿Y si mejor no hago nada y espero? ¿Y si espero mientras hago algo?. Esta exagerada pasividad “obligada” en mi vida me está desesperando (quizá también debería decir “desesperanzando”) mucho. Y vaya que soy una persona bastante paciente. Pero todas las cosas tienen un límite, ¿no?, ¿Cuál será el mío? ¿Tengo límites? Creo que sí, y ya llegué a uno. ¿O será sólo mi ego haciendo ruido?. ¿Ego? ¿Tengo ego? Sí, todos lo tenemos, creo. Aunque la verdad al mío siempre lo ha superado… ¡¡Ah!!¡Ya sé! ¡Entonces es mi corazón! Eso sí debo tenerlo o no estaría escribiendo en este momento. Supongo que todavía tengo sentimientos entonces. ¿Se siente con el corazón, con el alma o con la mente? Siempre se habla de corazones rotos, almas en mil pedazos… pero no recuerdo alguna vez que se haya hablado de una mente en esas condiciones. ¡Entonces ya lo comprendí! ¡Eso es lo que debo aprender a hacer! Tengo que sentir con la mente. Aunque hay mentes trastornadas. ¿Así estará la mía?. ¿Cómo saberlo? ¿Un “loco” sabe que está “loco”?. Para empezar, ¿Qué es estar “loco”?. También dicen que “de músicos, poetas y locos, todos tenemos un poco”. Preferiría tener un poco de músico. O de música, pero creo que es muy tarde (o temprano, como sea) para poner alguna canción. Aunque quizá sí debería poner una tranquila, para relajarme y... ¡no! ¡Ya no quiero pensar! Un pensamiento más y mi cabeza explotaría. Y si eso pasara, ¿quién molestaría a mi corazón? ¿Quién le pondría un alto a la poca felicidad de la que gozo de vez en cuando? Ya no sabría cómo manejarla. No, mi cabeza debe seguir y cumplir con sus funciones diarias. Pero ¡¡nooo!! Ya has dicho que no quieres pensar (y mucho menos sentir), no lo hagas. Mejor duerme…