lunes, octubre 30, 2006

Después de la tormenta…

Un día más… igual de solitario que los anteriores, pero ahora con un poco más de dolor. No alcanzaba a comprender sus motivos para mostrar tanta frialdad hacia mí. Recordé, lloré, extrañé, añoré… Necesitaba distraerme, platicar con alguien. Entré a varios lugares, aunque ninguno me agradaba. Ahora lo entiendo, estaba buscándote a ti. De repente, apareció un lugar en el que nunca había estado. Y ahora parece como si sólo hubiera existido en ese momento. Estabas ahí… te acercaste a mí con algunas reservas. Yo hice lo mismo, aunque por otras razones. Al final de la noche (es decir, al inicio de la mañana), después de varias horas de platicar, parecía como si el destino nos hubiera unido. Ya no pude soltarte. Pero necesitaba sostenerte de otra manera. Saber si podía seguir llamando a ese encuentro algo más que una casualidad. Llegué a la hora en la que habíamos quedado, después de algunos minutos de dar vuelta por las calles que yo pensé que conocía como a la palma de mi mano. Ahora lo sé, ese mapa estaba incompleto sin ti. Al verte, decirte “hola” y después abrazarte, sentí cómo mi corazón empezaba a palpitar nuevamente. Al presentarte a mis amigos y no tan amigos, ver cómo te llevabas (llevas) con ellos y las cosas geniales que todos me decían (dicen) de ti; ver tu ternura y tu forma de tratarme; descubrir que tienes un corazón del tamaño del universo y un ángel indescriptible… irremediablemente empecé a caer. Cada minuto que me regalas de tu vida, me muestra a un ser humano divino… Me llena de orgullo saber que, aunque todo el mundo quiera estar contigo, tú estás conmigo. Es hermoso saber que a ti te pertenecen todos mis besos, mis abrazos, mis miradas, mis pensamientos… mis berrinches, mis chiplerías, y cómo respondes a ellos con tanta ternura. Si alguna vez mi desconfianza es más grande que mi cariño por ti, discúlpame, es culpa de mi pasado… y de pensar que todo es demasiado bonito para ser verdad… Necesito quererte, confiar en ti. Mi corazón necesita un poco de calma y siento que tú puedes dármela. Eres una personita hermosa, que está llenando mi vida de cosas super bonitas. No sé cómo agradecer todos tus detalles, tus caricias, tu ternura, tu buen humor, tu extroversión… tu forma de hacerme sentir especial, e inyectar en mí tanta seguridad cuando estoy contigo. Ojala pudiera algún día recompensarte por todos los momentos de felicidad que me das día a día simplemente con una mirada llena de inocencia a través de esos ojitos maravillosos que tienes. Gracias por llegar a mi vida en el momento exacto y valorarme.

… llegó mi calma…